La desaparición de decenas de adolescentes conmociona a la comunidad de Alto Hospicio, en el norte de Chile. La versión oficial habla de jóvenes que huyeron de familias desestructuradas y de un submundo del narcotráfico, pero el caso esconde un horror quizás aún peor: un asesino que permanece impune, incapaz de controlar sus impulsos.